viernes, 8 de abril de 2016

Ermita de Valpeñoso

Aunque ha llovido mucho en los últimos días y el suelo parece una esponja que rezuma agua donde pisas, ha amanecido un día esplendido.La ruta como tal es bastante corta, ocho kilómetros ida y vuelta, y discurre por un camino en perfecto estado que nos deja a los pies de la ermita.
 Lugar de belleza natural difícil de igualar y a la vez sitio de culto, oración y retiro desde tiempos pretéritos.


Esta es la primera imagen que el visitante observa al llegar a Valpeñoso.
La primera noticia que hay sobre el lugar nos cuenta que en el año 1556 un ermitaño llamado Fr. Pedro Crespo subió al monte Valpeñoso,  fundó una ermita y la dedicó a la Madre de Dios. En ella moró cuarenta y un años y medio, de ellos treinta y cuatro fueron en un pequeño oratorio en el cual puso la imagen de Nuestra Señora. Con el paso del tiempo y la ayuda de los vecinos de los pueblos cercanos, Jaramillo Quemado y Villaespasa, y las limosnas de gentes devotas construyó una ermita un poco mayor para decir misas.


Este altar es el motivo principal que me ha traído a este magnifico lugar. Se trata de un bello altar rupestre, de forma rectangular. Tiene un metro y medio de longitud por ochenta centímetros de altura  y cincuenta centímetros de fondo. En el centro de la base tiene una pequeña cavidad de forma cuadrangular destinada a contener reliquias. Al lado derecho de la imagen se aprecia una pequeña hornacina.
Los estudios realizados no sitúan en una  fecha concreta esta pequeña construcción, pero a la vista de determinadas particularidades podríamos situarla en la etapa alto medieval. En la zona superior apreciamos  improntas y rebajes donde, sin duda, iban colocadas las vigas que sujetaban el tejado de una pequeña ermita rupestre al igual que la de Santiuste en Castrillo de la Reina. En la zona superior de la roca  hay un pequeño canal de evacuación para evitar que el agua de lluvia se colara en el interior del eremitorio.


Esta es la puerta de acceso, rematada con una curiosa espadaña fechada en 1873, al interior del recinto que rodea la ermita.


La ermita, como tal, tiene poco valor artístico, está fechada en 1797 según la referencia grabada en el arco de medio punto de la puerta de entrada.


Junto a la ermita hay una caudalosa fuente con tres cubillos de piedra que tras una pequeña canalización vierte sus aguas en una pila rectangular.


Alrededor  de la ermita se ven restos de lo que fueron construcciones anexas para albergar animales domésticos y terrazas destinadas como huertas.


El lugar fue abandonado mediado el siglo XX.




La visita ha llegado a su fin y hay que desandar el camino hasta Jaramillo, pero antes de abandonar el lugar me doy media vuelta y disparo la ultima fotografía en este idílico lugar.



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