domingo, 23 de febrero de 2014

Entre la Merindad de Valdepòrres y el valle de Valdebezana

Para llegar  empleamos algo más de una hora, hemos tomado la carretera de Villarcayo y al poco de descender el puerto de la Mazorra, en Incinillas, tomamos el cruce de Soncillo. A pocos kilómetros se encuentra Cubillos del Rojo perteneciente al valle de Valdebezana y comienzo de nuestra ruta.
Aparcamos al lado , de lo que parece un apeadero de autobús, revisamos las mochilas y son las nueve cuando comenzamos a caminar. Subimos la pequeña cuesta tras el apeadero y a través del campo de fútbol abandonamos el pueblo. Comprobamos en el GPS  si estamos en ruta, como así es. ¡Adelante!
Cruzamos una valla para el ganado y seguimos una pequeña vereda que al poco tiempo desaparece, al comprobar nuestra situación el GPS comienza a tener síntomas preocupantes. Al perder cobertura el teléfono,  el sistema de navegación no nos sitúa.
Teníamos constancia de que la ruta no estaba marcada, pero no contábamos con este contratiempo. Pero como el valle es amplio y hay muchas referencias continuamos adelante.
De casualidad nos topamos con la entrada de la sima de Covanegra, por que no hay nada que la señalice.
Es una sima impresionante,la boca tendrá unos diez metros de diámetro,  y de la profundidad imposible hacerse una idea, solo vemos oscuridad.
Una vez en casa, como es una cueva muy visitada por los espeleologos  visitando sus paginas dicen que la profundidad ronda los treinta metros y se contemplan imágenes como esta.
Continuamos andando, por donde nos parece bien, el terreno es cómodo a excepción de unas zonas con rocas calizas de punta. La zona esta llena de embudos, algunos de los cuales tienen una sima abierta en el fondo y otros no. Damos con uno de los primeros y al acercarnos nos parece que es accesible, y así es. Sin riesgo nos introducimos en una pequeña galería no más de treinta metros de largo y entre dos y tres de altura.
En el interior,como llevábamos linternas, gozamos de imágenes como esta. No sé cuanto nos demoramos en su interior, pero salimos encantados.
Vuelta a la superficie y tomamos el camino que mejor nos parece para llegar al siguiente destino, que lo tenemos a la vista, el pueblo de Leva.
Hemos dejado atrás el valle de Valdebezana y nos adentramos  por preciosos caminos como este en la Merindad de Valdeporres.
Entramos en Leva, precioso pueblo, donde sus habitantes lo han restaurado con un gusto exquisito.
No nos demoramos, comprobamos el Gps, que aquí si nos localiza, pero la ruta continúa por la carretera. No hacemos ni caso y a la altura del lavadero publico, tomamos una calle de cemento que asciende por una empinada ladera y nos saca del pueblo. Continuamos el duro ascenso por un tupido robledal y cuando llegamos arriba tratamos de orientarnos.
En la imagen, desfiladero del río Nela, al fondo Puentedey. En la esquina inferior derecha se aprecia la trinchera y el puente sobre el Nela del Santander-Mediterráneo.Nuestro siguiente destino es el pueblo de Villavés, casi en el sentido opuesto de esta imagen.
Fuente de Villavés. Que bendición, el agua corre por todas partes. 
Como el paisano que colgó la ruta esta empeñado en ir por carreteras, no le hacemos ni caso y continuamos campo a través. Tenemos que descender hasta el río Nela donde se encuentra el pueblo de Quintanabaldo, que lo tenemos a la vista.
Entramos en el curso de un riachuelo cubierto por un hayedo magnifico, pero en algunas zonas la maleza es tan espesa que tenemos serias dificultades para avanzar. Por fin llegamos al fondo del valle, cruzamos la carretera y continuamos andando por lo que un día fue el ferrocarril Santander-Mediterráneo. Alcanzamos el pueblo de Quintanabaldo, a continuación seguimos el curso del arroyo Saul, cruzando bajo las vías.
 A partir de aquí la ruta esta señalizada y discurre por un magnifico camino. Son las 12,30 h. y va siendo hora de tomar un tentempié, Al lado del arroyo hay un merendero que nos parece el mejor sitio para ello.
Almorzamos poca cosa, un poco de fruta, unas galletas y bebida energética. ¡Va! ¡Mariconadas! A ver cuando llevamos jamón, chorizo y la botella de vino para hacer un almuerzo como Dios manda.
Estamos hacia la mitad del recorrido, ahora  caminamos corriente arriba por una pista que discurre paralela al río . La temperatura es esplendida, pero comienzan a aparecer unos nubarrones que no presagian nada bueno. Ahora el ritmo es frenético y aunque es cuesta arriba hemos repuesto fuerzas  y en el camino no encontramos obstáculos.
El camino discurre a través de un hayedo precioso, donde el colorido es un placer para la vista y el agua para el oído. Llegamos a las primeras casas de Villabascones de Bezana, pequeño pueblo pero con dos barrios bien diferenciados, el de arriba y el de abajo. Hemos dejado atrás la Merindad de Valdeporres y regresamos al valle de Valdebezana. Entramos por el barrio de abajo, las casas están muy bien conservadas (menos las que están en ruina) y la iglesia tiene detalles curiosos.
En un recodo del camino vemos un cartel: -Cascada de las Pisas 1.5 Km. Sin pensarlo tomamos el desvío. A trescientos metros encontramos esta bonita cascada.
El camino pica hacia abajo una barbaridad, luego hay que subir, mientras nos adentramos en un estrecho valle cubierto de hayas. ¡Un verdadero placer para los sentidos !

Llegamos al río, donde han preparado un merendero, el lugar es idílico, pero si has tenido que cargar hasta aquí tu solo con la nevera igual no opinas lo mismo. Ya oímos la fuerza con que cae el agua, la cascada no está lejos.
La cascada es preciosa y tiene abundante caudal, pero más abundante es el agua que sale por la surgencia de la izquierda. ¡Precioso! Fotitos de rigor y media vuelta, que nos espera un "calentón" bastante bueno. El ascenso es,como ya pensábamos, duro duro, pero duro de verdad. 
Al fin llegamos a Villabascones y nos dirigimos al barrio de arriba. El recibimiento no lo esperábamos,  nos espera un mastín con cara de pocos amigos, pero como tampoco nos gusta el protocolo damos un rodeo y abandonamos el pueblo.
Un pequeño inciso, hemos pasado por cinco pueblos y nos hemos cruzado con cuatro personas, de las cuales dos estaban de excursión como nosotros, pero perros hemos visto y oído más de veinte. El índice de población de personas y perros está un poco desproporcionado.
Ya solo nos queda por ver un punto que viene marcado en la ruta como el quemadero del cobre, y hacia allí nos encaminamos. De camino nos tropezamos con tres corzos y dos manadas de caballos, todos guardamos la distancias de seguridad y pasamos sin problemas. A lo lejos aparece lo que pensamos es el quemadero del cobre,¡ parece una pista de aterrizaje!. Según nos acercamos nuestras expectativas van decayendo, solo es una pista de hormigón.¡ Menudo chasco! Después me he enterado que hace años se hicieron unas prospecciones petrolíferas  y que no las quisieron explotar en su día, dejando las reservas guardadas para sacarlas a la luz en un momento estratégico. ¡De todas maneras el poder de la mente humana es increíble! 
Bueno va siendo hora de comer, pero no conocemos a la distancia que estamos del coche. Con lo que echamos mano de la sobras del almuerzo y comenzamos a dar cuenta de ellas. Esto ya es el colmo, fruta y galletas regadas con bebida energética, y por si fuera poco ahora lo comemos sobre la marcha.
Salimos a un amplio camino de parcelaria que sin duda nos lleva directos a Cubillos del Rojo, y así es llegamos al coche agotados pero contentos. Son casi las cuatro de la tarde, con lo que hemos estado caminando casi siete horas. Distancia recorrida calculamos unos 25 kilómetros.
Nada mas subir al coche empezamos a planear la siguiente salida. ¡Ya os contaré!